Sosteniendo la vida: trayectorias de trabajo de mayor duración y continuidad entre las mujeres mexicanas

 

 

 

Resumen 

El concepto amplio de trabajo comprende tanto el de cuidados como el remunerado; ambos sostienen la vida humana. Con información de la Encuesta Demográfica Retrospectiva, Eder, 1998, a continuación se presentan algunos resultados del análisis de las secuencias de trabajo de las mujeres mexicanas nacidas en los años treinta y cincuenta del siglo xx.

Desigualdades que confluyen a lo largo del curso de vida

El vínculo que establecen mujeres y hombres con el esquema amplio de trabajo es desigual.[1] Históricamente, las sociedades han designado a las mujeres para ser responsables del trabajo de cuidados no remunerado a lo largo de sus vidas.[2]

Desde edades tempranas, niñas y adolescentes se ven obligadas a abandonar su educación porque se les asigna el trabajo doméstico y la supervisión de parientes menores de edad en los hogares (Mier y Terán y Rabell, 2005; Saucedo, 2002). Durante la juventud y la adultez, con la unión y el nacimiento del primer hijo/a, se intensifica la demanda de trabajo enfocada en sostener la vida y la reproducción de la sociedad (Peinador, 2001; de Oliveira y Ariza, 2002).

Las responsabilidades sociales a las que se enfrentan las mujeres se reflejan en una trayectoria de trabajo remunerado discontinua e intermitente, en comparación con la de los varones: ellos alcanzan mejores posiciones en los empleos, mientras ellas se enfrentan a la segregación ocupacional, a los “techos de cristal”[3], a los efectos de la feminización de las ocupaciones y a la brecha salarial. Pero aún con todas las desventajas, desazones y malabarismos que han tenido que sortear la tasa de participación remunerada de las mujeres se incrementó en nuestro país de 12.9% en 1950, a 41.4% en 2007, cuando se estancó y desaceleró para llegar a 44.9% en 2019. Para el tercer trimestre de 2020 disminuiría a 39.9%, como consecuencia del trabajo de cuidados que las mujeres han enfrentado por la pandemia del Covid-19 (de Oliveira, Ariza y Eternod, 2001; Inegi, 2019 y 2020).

La desigual distribución del trabajo de cuidados se entrelaza con las desigualdades socioeconómicas polarizantes que, desde el nacimiento, se ven reflejadas en oportunidades muy limitadas, e incluso adversas, en los entornos familiares y escolares. Las desigualdades que las mujeres padecen en el curso de sus vidas culminan en una vejez sin vivienda propia y sin acceso a una jubilación o pensión.

Si bien la investigación sociodemográfica en México ha profundizado tanto en el trabajo remunerado como en el no remunerado de las mujeres, el acercamiento se ha desarrollado principalmente desde una perspectiva transversal. A partir de la década de 1990, el auge de las encuestas sobre los usos del tiempo y las encuestas longitudinales fomentó la aparición de investigaciones de corte diacrónico, que exploraron en mayor medida las transiciones en el curso de vida. y en menor medida las trayectorias de trabajo completas desde una perspectiva holística que considera los diversos estados que la componen.

Tres pautas sobre el trabajo de las mujeres

A partir de la información biográfica que proporciona la Encuesta Demográfica Retrospectiva (Eder) de 1998, se reconstruyeron las secuencias de trabajo de las mujeres que integran las cohortes de nacimiento 1936-1938 y 1951-1953.[4]  Las secuencias consideran el concepto amplio del trabajo: el remunerado y una aproximación a la intensidad del trabajo de cuidados, a partir de una variable proxy que indica si hay hijos en el hogar y sus edades (sin hijos, con hijos menores de seis años y mayores de esos años) la combinación de ambas variables se conjuga en seis estados (ver cuadro 1).

Cuadro 1. Paleta de colores en la secuencia de trabajo

Fuente: elaboración propia con base en la información de la Eder, 1998 (Castro-Méndez, 2020).

Las secuencias de trabajo se analizaron a partir del método de alineación óptima oma: Optimal Matching Analysis.[5] En los resultados sobresalen tres patrones (cuadro 2):

Cuadro 2. Número de casos, proporciones y características en la tipología de trabajo entre las mujeres mexicanas nacidas en la primera mitad del siglo

Fuente: elaboración propia con base en la información de la Eder, 1998 (Castro-Méndez, 2020).

Prioridad al trabajo de cuidados

La mayoría de las secuencias (65.7%) se agrupan en esta categoría, la cual se asoció a las mujeres que siguieron un curso de vida “tradicional”, desde la perspectiva de la división del trabajo, sexo-genérica; es decir, se enfocaron en el trabajo de cuidados mientras su pareja era el proveedor económico (en la gráfica 1, Clúster 1, la mayoría de los colores que se observan son tonos claros que representan que no hubo trabajo remunerado). En una investigación de corte cualitativo, García y de Oliveira (1994: 186 y 180) encontraron que para algunas mujeres de sectores populares urbanos, la maternidad se concebía como el eje ordenador de la vida; pero también podía tratarse de un desinterés por el trabajo remunerado como una carrera porque compite con los hijos en las prioridades de la vida (sectores medios urbanos). Ambas cohortes de nacimiento se encuentran representadas en este grupo en proporciones similares (anexo 4), situación que podría asociarse con una persistencia temporal de modelos sociales que responsabilizaron a las mujeres del trabajo de cuidados entre las dos cohortes de nacimiento. Una gran proporción de las mujeres de este grupo se socializaron en su infancia en localidades rurales (77%) y tuvieron cuatro hijos o más (58.9%). La propensión de pertenecer a este grupo fue mayor si las mujeres tenían un padre con una ocupación manual, se unieron o su escolaridad era menor a la secundaria (cada una en relación con la categoría de referencia que le corresponde, ver anexo 4, cuadro A.I).

Aplazamiento de la formación familiar

Es el grupo de menor tamaño (9.3%) y refleja diferencias en el comportamiento re-productivo, porque las mujeres no tuvieron hijos (61%), o retrasaron considerablemente su llegada (39%). Este grupo podría considerarse como “atípico” entre las mujeres nacidas en la primera mitad del siglo XX, en una sociedad en la que la maternidad poseía un lugar preponderante (un hecho todavía vigente en nuestros días); en el Clúster 2 de la gráfica 1 predominan los tonos verdes claro y oscuro, que representan a las mujeres que no tuvieron hijos). La Demografía ha estudiado poco a este grupo; en él se ubican las trayectorias de mujeres que permanecieron célibes (con o sin hijos); que decidieron no tener hijos; que no tuvieron la capacidad fisiológica para lograrlo, o bien fueron las hijas que no se unieron ni tuvieron hijos para dedicarse al cuidado de sus padres adultos mayores. La propensión de pertenencia a este grupo fue menor para las mujeres que alguna vez se unieron (disminuye 75.8% en relación con las mujeres que nunca se unieron, ver anexo 4, cuadro A.I).

Gráfica 1. Análisis de secuencias de trabajo para las mujeres mexicanas nacidas en 1936

Fuente: elaboración propia con base en la información de la Eder, 1998 (Castro-Méndez, 2020).

Combinación del trabajo remunerado y el de cuidados en el transcurso de la vida

Es un grupo de tamaño intermedio (25%) cuya composición es heterogénea, en términos de la duración y continuidad de las participaciones económicas, reflejo de las diversas relaciones que las mujeres establecieron con sus trabajos remunerados y de cuidados (en la gráfica 1, Clúster 3, predominan los tonos oscuros que representan el trabajo remunerado). García y de Oliveira (1994: 180) ubican, a partir del análisis cualitativo, tres tipos vinculados al trabajo a cambio de un pago monetario o en especie: a) las mujeres que asumen el trabajo remunerado como un compromiso de vida; b) las mujeres que conciben el trabajo remunerado como una actividad complementaria a la de su pareja proveedora; c) el trabajo remunerado que permite garantizar los bienes y servicios esenciales para mantener el estatus social. Las mujeres de ambas cohortes de nacimiento combinaron sus trabajos; sin embargo, las nacidas en los años cincuenta se encuentran representadas en mayor medida en este grupo (59.4%, ver anexo 4). La propensión de pertenecer a este grupo fue mayor si las mujeres alcanzaron un nivel de escolaridad de secundaria o más (es 3.3 veces mayor en comparación con las mujeres sin escolaridad, ver anexo 4, cuadro A.I).

El análisis por cohorte de nacimiento sugiere que las mujeres nacidas en los años treinta del siglo xx, rompieron con el modelo tradicional de dedicación exclusiva al trabajo de cuidados, y en algunos años combinaron trabajo remunerado y trabajo de cuidados, considerándose, así, una generación pionera en la combinación de trabajo en su concepción amplia. Mientras tanto, las mujeres nacidas en los cincuenta del siglo xx son precursoras en la continuidad (años subsecuentes) y mayor duración (conteo del número de años) en el trabajo remunerado en combinación con el trabajo de cuidados; 81.6% combinó ambos trabajos durante 15 años consecutivos o más. Blanco (2002) señala que las mujeres nacidas a mediados del siglo xx son una generación de transición; se refiere a ellas con la metáfora del “puente que une dos puntos”: las hijas nacidas a mediados del siglo pasado son el puente y detonan el cambio entre las abuelas nacidas en los primeros treinta años del siglo pasado y las nietas que nacieron hacia el final del siglo xx.

Finalmente, cabe señalar que el incremento en la participación económica de las mujeres, que se ha observado transversalmente desde mediados de la década del siglo xx, se reflejó en el análisis longitudinal a través de trayectorias de trabajo con mayor duración y continuidad en la actividad remunerada, sin que importaran las edades de los hijos.[6]

Notas

[1] En relación con el concepto amplio de trabajo, se puede revisar el Anexo 2 “Sosteniendo la vida”.

[2] Para una revisión sobre los aspectos teórico-metodológicos del enfoque sociológico del curso de vida se sugiere revisar la bibliografía señalada en el Anexo 1 “Curso de vida”.

[3] El término “techo de cristal” es una metáfora que hace referencia a los impedimentos y dificultades que enfrentan las mujeres para accesar a algunos puestos profesionales y de gestión medios y altos que involucran la toma de decisiones. La discriminación y el trato desigual que experimentan las mujeres se asocia a los estereotipos sexo-genéricos.

[4] La Eder 1998 es la primera edición de una serie de encuestas biográficas (1998, 2011 y 2017). La de 1998 es la única que ofrece información para la cohorte de nacimiento 1936-1938, la cual se ha identificado como pionera en el descenso de la fecundidad, fenómeno que a su vez se ha vinculado con el incremento del trabajo remunerado de las mujeres (ver García y Pacheco, 2000. “Esposas, hijos e hijas en el mercado de trabajo de la Ciudad de México en 1995”, Estudios Demográficos y Urbanos, Vol. 15, Núm. 1 (43), pp. 35-63). Teóricamente, se eligió la cohorte 1936-1938 con el objetivo de observar las aportaciones de dichas mujeres en la tipología de trabajo. Desde una perspectiva metodológica se consideraron las cohortes de nacimiento de los años treinta y cincuenta debido a que se puede comparar un periodo de vida más largo que abarca desde los 12 hasta los 43 años.

[5] Sobre el análisis de secuencias, se sugiere revisar el Anexo 3 en la versión electrónica de la revista.

[6]   Para un análisis más profundo ver Castro-Méndez (2020).

Referencias

Blanco, Mercedes (2002), “Trabajo y familia: entrelazamiento de trayectorias vitales”, en Estudios Demográficos y Urbanos, Vol. 17, Núm. 3 (51), pp. 447-483.

Castro-Méndez, N. (2020), Trayectorias de trabajo de mujeres mexicanas nacidas en la primera mitad del siglo xx, tesis de Doctorado en Estudios de Población, cedua, El Colegio de México, 247 pp.

De Oliveira O. y M. Ariza (2002), “Transiciones familiares y trayectorias laborales femeninas en el México urbano”, Cuadernos Pagu, pp. 339-366.

De Oliveira O., M. Ariza y M. eternod (2001), “La fuerza de trabajo en México: Un siglo de cambios”, en Gómez de León Cruces J., C. A. Rabell y G. Aguilar (Coords.): La población de México: Tendencias y perspectivas sociodemográficas hacia el siglo xxi, Fondo de Cultura Económica, Consejo Nacional de Población, pp. 873-923.

García, B. y O. de Oliveira (1994), Trabajo femenino y vida familiar en México, El Colegio de México, México, 301 pp.

Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) (2019), Mujeres y hombres en México 2019, México.

Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) (2020), Resultados de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo. Nueva edición (enoe-n) cifras durante el tercer trimestre de 2020, Comunicado de prensa del 17 de noviembre, 2020.

Mier y Terán, M. y C. A. Rabell (2005), “Cambios en los patrones de corresidencia, la escolaridad y el trabajo de los niños y los jóvenes”, en Coubès, M.L., M.E. Zavala de Cosío y R. Zenteno (Coords.): Cambio demográfico y social en el México del Siglo xx, Cámara de Diputados/Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, Colegio de la Frontera Norte, Porrúa, México, pp. 285-330.

Peinador, R. (2001), “Madres, esposas y trabajadoras: un estudio sobre la primera salida del mercado laboral y su relación con la primera unión y el primer nacimiento en mexicanas de tres cohortes”, Tesis de Maestría en Población, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, México.

Saucedo, S. (2002), “Estructuras familiares y oportunidades educativas de los niños y niñas en México”, Estudios Demográficos y Urbanos, Vol. 17, Núm. 3 (51), pp. 523-546.

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Nina Castro Méndez

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