El descenso reciente de la fecundidad adolescente y la escolaridad en México, 2010-2020

 

 

RESUMEN

Los objetivos de este trabajo son analizar los cambios recientes en el nivel de la fecundidad entre las adolescentes de 12 a 19 años, e identificar de qué modo dichos cambios están asociados con la escolaridad de las jóvenes de 15 a 19 años, a partir de información censal en la última década.

En México, la Tasa Global de Fecundidad comenzó a descender hacia fines de los años sesenta, hasta ubicarse cerca del nivel de reemplazo en la actualidad (Inegi, 2018). Esta reducción no se produjo con la misma intensidad en todas las mujeres: entre las más jóvenes el ritmo del descenso ha sido más lento, resaltando la importante contribución del grupo de 15 a 19 años en la fecundidad general, lo que sitúa al embarazo adolescente como un tema prioritario (Coneval, 2021; Meneses, Muradás y Ramírez, 2020).

En el estudio de la fecundidad adolescente se señala el gran poder explicativo de la escolaridad. La escuela incide en la postergación de la fecundidad al transferir conocimientos e información y transformar valores y creencias, lo que potencia mayores oportunidades económicas y hace posible tomar decisiones reproductivas autónomas (Castro y Juárez, 1995; Servin 2020). La escuela se considera también un espacio protector ante la ocurrencia de un embarazo, dada la incompatibilidad de los roles de estudiante y madre (Jejeebhoy, 1995).

En este trabajo nos proponemos analizar los cambios recientes en el nivel de la fecundidad de las adolescentes de 12 a 19 años, e identificar cómo se vinculan tales cambios con la escolaridad de las jóvenes mexicanas de 15 a 19 años.

Aspectos metodológicos

Empleamos como fuentes de información los Censos de Población y Vivienda de 2010 y 2020, así como la Encuesta Intercensal de 2015. Los censos tienen como principal ventaja su carácter universal, con el que es posible dar cuenta del nivel y la tendencia de la fecundidad y las diferencias entre grupos poblacionales. Además, el Censo de 2020 cobra especial relevancia al acercarnos al nivel reciente de la fecundidad adolescente.

La información censal proporciona la fecha de nacimiento del último hijo nacido vivo, dato con el cual obtuvimos el número de nacimientos del año anterior1 y las tasas de fecundidad adolescente para tres grupos de edades: 12-14, 15-17 y 18-19 años en 2010, 2015 y 2020.2 Como los nacimientos ocurridos en el año anterior están referidos a la edad de la mujer en el momento censal, ajustamos las tasas para que correspondieran a los grupos de interés, pero seis meses antes. Para simplificar la redacción, asociamos las tasas al año del levantamiento censal.3

La información censal respecto de la paridad permite, además, calcular la proporción de jóvenes con al menos un hijo nacido vivo, a quienes reunimos en la categoría de madres y analizamos según el nivel educativo.

Las tasas y las proporciones ofrecen un panorama ligeramente distinto en torno a la fecundidad de las adolescentes. Las primeras corresponden a una observación transversal, mientras las segundas dan cuenta de la fecundidad acumulada; ambas son relevantes para conocer dicha problemática.

La estimación de la fecundidad adolescente presenta desafíos. Aunque las distintas fuentes de información muestran una tendencia al descenso a partir de 2013, el nivel varía entre ellas (Mier y Terán, mimeo). La heterogeneidad de la fecundidad entre las menores de 20 años en los diferentes sectores sociales dificulta su estimación a partir de las encuestas, particularmente en las edades más tempranas. El principal inconveniente de las estadísticas vitales es el registro tardío, y en el certificado de nacimiento pueden presentarse problemas de omisión y registro en la edad de la madre. Los censos no están diseñados para captar historias de embarazos –como sí lo hacen las encuestas–, y quien responde al cuestionario censal puede no ser la mujer, y no contestar a las preguntas sobre fecundidad; el entrevistador incluso puede no plantearlas por considerar que abordan una problemática sensible. Con todo, los censos proporcionan estimaciones plausibles y consistentes en el tiempo (Mier y Terán y Llanes, 2017; Mier y Terán, mimeo).  

Cambios en el nivel de la fecundidad reciente

En la década analizada los valores de las tasas de fecundidad adolescente muestran una tendencia generalizada al descenso para los tres grupos etarios (gráfica 1). Entre 2010 y 2015 la reducción fue modesta, pero en el quinquenio siguiente la tendencia a la baja se acentuó de manera importante entre las adolescentes de 18 y 19 años (mayores): el valor de la tasa se redujo de 100 a 79 por mil.

Gráfica 1. Tasas de fecundidad (doce meses anteriores al ejercicio censal) de jóvenes de 12 a 19 años, por grupos de edad, en 2010, 2015 y 2020 (por mil)

Fuente: elaboración propia con datos ponderados de la muestra del Censo de 2010 y 2020 (Inegi); las estimaciones de 2015 provienen de Mier y Terán (mimeo).

Con fines comparativos incluimos al grupo de 15 a 19 años, para el que se evidencia un descenso en la tasa de algo más de 62 por mil en 2010 y 2015 a cerca de 53 por mil en 2020. Este último valor y la tendencia a la baja que implica tienen sustento en que aplicamos la misma metodología a los datos de los tres ejercicios censales. El Inegi (2021) estima, con los datos del último Censo, un valor de la tasa más bajo (43 por mil), pero sin especificar la metodología empleada. Por otra parte, las encuestas Enadid (Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica) coinciden en señalar un descenso entre 2012 y 2016, aunque con niveles superiores.4

Identificados estos cambios en el nivel de la fecundidad de las jóvenes, nos preguntamos ¿quiénes son las adolescentes que propician este descenso y en qué medida tal descenso está asociado a cambios en el nivel educativo? Para responder, comparamos los índices con datos censales de 2010 y 2020 para las jóvenes de 15 a 19 años.

Nivel educativo y cambios en la fecundidad acumulada

En el decenio considerado, tuvo lugar un incremento sensible en la escolaridad de las adolescentes (gráfica 2). Los aumentos más notables se produjeron en el nivel medio superior, de manera que para 2020 alcanzan este nivel 44.4% de las jóvenes de 15 a 17 años (más jóvenes) y 68.8% de las mayores.

Gráfica 2. Distribución de las jóvenes de 15 a 19 años por grupos de edad, según nivel educativo en 2010 y 2020 (porcentaje)

Fuente: elaboración propia con datos ponderados de la muestra del Censo de 2010 y 2020 (Inegi).

Al considerar las proporciones de adolescentes con al menos un hijo nacido vivo se observa, en general, la tendencia esperada: valores que disminuyen sensiblemente en el decenio (gráfica 3). En el grupo de las más jóvenes, la proporción se reduce de 64 a 45 por mil, mientras en el de las mayores pasa de 230 a 186 por mil. No obstante, en los niveles educativos bajos hay excepciones a esta tendencia. En particular, en las adolescentes mayores con primaria y secundaria completas la experiencia de la maternidad es más común en 2020 que en 2010.

Gráfica 3. Proporción de las jóvenes de 15 a 19 años con al menos un hijo nacido vivo, por grupos de edad, según nivel educativo, 2010 y 2020 (por mil)

Fuente: elaboración propia con datos ponderados de los Censos de Población de 2010 y 2020, Inegi.

A nivel de primaria completa, además de la reducción en su importancia, la propensión a la maternidad aumenta en el período, lo que parecería reflejar las crecientes oportunidades de continuar con los estudios; no obstante, las adolescentes con menores recursos y más proclives a la maternidad permanecen en 2020 con sólo la primaria completa.

Llaman la atención, igualmente, los valores notablemente más bajos entre las adolescentes que alcanzaron el nivel medio superior, especialmente en 2020; esto confirma que entre quienes alcanzan este nivel educativo la maternidad adolescente es poco común.

La magnitud de las diferencias entre las proporciones de las adolescentes madres que alcanzaron el medio superior, y las de los demás niveles educativos se explica tanto porque son pocas las jóvenes que tienen un hijo mientras cursan niveles previos y logran alcanzar el medio superior, como porque quienes alcanzan ese nivel sin ser madres son poco proclives a tener un hijo antes de cumplir 20 años.

Un ejercicio de estandarización muestra que, de haberse mantenido en 2020 la composición por nivel educativo que existía en 2010, la reducción en la proporción de madres durante dicho periodo hubiera sido menor: sólo 6 por mil en las más jóvenes y 2 por mil en las mayores (31% y 5% del total del cambio, respectivamente). La contribución del cambio en la composición por nivel educativo ha sido crucial.

Reflexiones finales

Los resultados obtenidos coinciden con la tendencia al descenso observada mediante otras fuentes de información, que según los datos censales para el último quinquenio es de mayor magnitud. Este descenso puede asociarse con iniciativas gubernamentales recientes, como la Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo en Adolescentes (Enapea), que contempla el incremento en la demanda y la calidad de los servicios de salud sexual y reproductiva (Gobierno de México, 2017). Sin embargo, la disminución de la fecundidad de 15 a 19 años en el período considerado tuvo lugar de manera diferenciada. Las adolescentes mayores fueron quienes redujeron su fecundidad reciente de manera importante; mientras en las más jóvenes el nivel se mantuvo, lo cual resulta un hallazgo importante en materia de prevención.

La relevancia del creciente nivel educativo de las jóvenes invita a preguntarse de qué modo la educación se vincula con la maternidad y el fortalecimiento en la autonomía entre las jóvenes que, sin tener hijos, logran alcanzar el nivel medio superior. Del mismo modo, resulta conveniente continuar indagando sobre el proceso de salida de la escuela, su secuencia con el embarazo y los factores que obstaculizan el que las adolescentes madres retomen la escuela.

Notas

1 Para analizar la información del último nacimiento resulta aconsejable limitarse a los 12 meses previos al levantamiento, cuando se supone que las mujeres no tuvieron tiempo para dar a luz a más de un hijo.

2 En el cálculo de tasas y proporciones de 2010 y 2015 se excluyeron a las mujeres de quienes se desconocía si tenían hijos, y se incluyeron a quienes declararon tener hijos, pero desconociendo el número. El número de casos correspondía a 3.9% y 2.7%, en 2010, y a 8.9% y 6.1% en 2015, para las de 12 a 14 y de 15 a 19 años, respectivamente (Mier y Terán y Llanes, 2017). En 2020, el número de valores perdidos disminuyó, por lo que ambos casos se excluyeron (0.3%); excluimos también de numerador y denominador los casos en los que se desconocía el año de nacimiento del último hijo (0.1% de las mujeres en estas edades).

3 En 2010 el levantamiento se hizo en junio, y en 2015 y 2020 ocurrió en marzo. Los eventos del año anterior corresponden, así, a los períodos de junio/2009 a mayo/2010, de marzo/2014 a febrero/2015 y de marzo/2019 a febrero/2020. También ajustamos el numerador de las tasas para considerar a los embarazos múltiples.

4 La tasa de fecundidad de 15 a 19 años es 77.0 y 70.6 por mil en los trienios centrados en 2012 y 2016, respectivamente (Inegi, 2018).

Referencias

Castro, T. y F. Juárez (1995), “La influencia de la educación de la mujer sobre la fecundidad en América Latina: en busca de explicaciones”, Perspectivas Internacionales en Planificación Familiar. Número especial, pp. 4-10.  

Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) (2021), Impacto del Programa de Beca de Apoyo a la Educación Básica de Madres Jóvenes y Jóvenes Embarazadas: Estudio Exploratorio con Enfoque Cualitativo, disponible en: https://www.coneval.org.mx/Evaluacion/IEPSM/Documents/Exploratorio_PROMAJOVEN.pdf. Última consulta: 10 de junio, 2021.

Gobierno de México, (2017), Documento oficial de la Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo en Adolescentes, disponible en: https://www.gob.mx/conapo/documentos/documento-oficial-de-la-estrategia. Última consulta: 5 de julio, 2021.

Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi), Censos de Población y Vivienda de 2010 y 2020. Disponibles en: https://www.inegi.org.mx/programas/ccpv/2010 y https://www.inegi.org.mx/programas/ccpv/2020.

Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi) (2018), Encuesta Nacional Sobre la Dinámica Demográfica, ENADID 2018. Principales resultados, disponible en: https://www.inegi.org.mx/contenidos/programas/enadid/2018/doc/resultados_enadid18.pdf. Última consulta: 25 de abril, 2021.

Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi) (2021), “Censo de Población y Vivienda 2020. Resultados complementarios”, disponible en: https://www.inegi.org.mx/contenidos/programas/ccpv/2020/doc/Censo2020_Resultados_complementarios_EUM.pdf. Última consulta: 28 de julio, 2021.

Jejeebhoy, S. J. (1995), Women’s education, autonomy, and reproductive behavior: Experience from developing countries, Oxford, Clarendon Press.

Meneses, E., M. Muradás y M. Ramírez, (2020), “Factores relacionados con el embarazo en adolescentes: un análisis desde la perspectiva del enfoque ecológico”, en Pérez, F. y M. Lugo (Coords.) Los claroscuros del embarazo en la adolescencia: un enfoque cuantitativo, Ciudad de México, Unam, ORFILA.

Mier y Terán, M. (mimeo), “Fuentes de información para la enumeración de los nacimientos y el estudio de la fecundidad en México. Una mirada crítica del período 1985-2016”. Proyecto “Evaluación de las fuentes de información para el análisis de la fecundidad”, que recibió apoyo del Fondo Sectorial Conacyt-Inegi.

Mier y Terán, M. y N. Llanes (2017), “La fecundidad de las adolescentes mexicanas: ¿en aumento o descenso paulatino?”, Coyuntura Demográfica, Núm. 11, pp. 35-42. Disponible en: http://coyunturademografica.somede.org/wp-content/plugins/coyuntura_demografica/DEMOGRAFICA/ARTICULOS/PUB-2017-11-125.pdf

Servin. S. (2020), “What is the role of sexual education in the Mexican Strategy to Prevent Teen Pregnancy?”, Essays in Development Studies, Marques-Morgado, P. y P. Boele van Hensbroek (Eds.). Netherlands, University of Groningen.

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* Marta Mier y Terán Rocha / ** Nathaly Llanes Díaz

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